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Fundamentos para la fertilización orgánica

Las ingentes páginas y enlaces que hablan sobre agricultura ecológica y los debates en torno a cómo manejar la fertilidad en un proyecto agrícola señalan la importancia de establecer algunos aspectos universales que toda persona puede seguir sin dudar de que va por buen camino; aquí los procuro sintetizar. He tomado como eje de explicación el punto de vista J.M Fortier, cuyo libro “The Market Gardener´´recomiendo a cualquier persona interesada en el tema.

  1. La salud de la planta depende íntegramente de la salud y actividad del suelo. El cuidado de la biología como matriz de un buen estado del suelo debe ser una premisa constante. Debe buscarse una buena estructura (ver árticulo en La Hoja de Roble “¿Cómo conocer la fertilidad de nuestro suelo´´ ) una correcta aireación, retención de humedad y adecuada temperatura entre otros aspectos.

  2. La actividad biológica es mayor con un ph entre 6.2 y 6.8. Dicho esto, la genética (a priori no modificable) del suelo puede obligarnos a una adaptación a un ph que superen estos valores sin necesidad de entrar en pánico. Digamos que entre 6 y 7.5 la mayoría de vegetales que cultivamos pueden crecer correctamente. En caso de estar fuera de estos valores es necesario hacer diversas enmiendas según la acidez o alcalinidad de nuestro suelo.

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  1. La materia orgánica es el eje vertebrador desde el que trabajar. Desde la materia orgánica alimentamos al suelo pero también a la planta. Esto último requiere adquirir precisión en los requerimientos nutricionales de cada cultivo (para ello hay mucha bibliografía online) y en el valor nutricional de los abonos y/o enmiendas que aportemos. Es fundamental tener datos precisos sobre las condiciones en las que se encuentra nuestro material fertilizante; si no, corremos el probable riesgo de andar dando palos de ciego. El nitrógeno en las primeras fases de desarrollo de la planta (con el suelo aún frío y por lo tanto con menos capacidad de hacerlo disponible para la planta) resulta pieza clave.

  2. Debe tomarse la disciplina de realizar análisis de suelos regularmente. Así podremos detectar carencias o desequilibrios presentes en el suelo que pueden afectar al desarrollo vegetal y la cosecha, y así acertaremos con las enmiendas a aportar.

  3. El abono por excelencia para la fertilidad del suelo es el compost, por la combinación de microbiología, materia orgánica y alimento directo para la propia planta. Es fundamental elegir un compost de la máxima calidad. Si no lo puedes generar por tu cuenta busca por tu región empresas serias que ofrezcan análisis de su compost.

  4. Una práctica ancestral para el manejo de la fertilidad es la rotación de cultivos. Con diversas funciones (fertilización, control de plagas, control de flora arvense), una sabia rotación de cultivos es el vehículo sobre el que transitar temporada tras temporada de cultivo. Tómate tu tiempo y planifica con antelación y estudio las rotaciones de cada año tanto en términos de fertilidad como de eficiencia en el día a día de la finca. No es necesario empezar el primer año con rotaciones excesivamente complejas.

  5. A diferencia de la fertilización agro-tóxica, trabajar desde la fertilización orgánica requiere manejar diversos recursos interconectados entre sí (compost, rotación de cultivos, abonos verdes, biofertilizantes vía foliar etc.). Por ello, como ya se ha comentado anteriormente, resulta fundamental establecer un trabajo diario flexible pero sistematizado. De esta manera, con todo pensado y programado se evitan muchos errores y se trabaja con mayor eficacia.

Para más preguntas sobre fertilización seguiremos trabajando conceptos en profundidad en próximos artículos. No dudes en contactarnos a través de la sección de contacto de La Hoja de Roble!

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